martes, 26 de febrero de 2008

El arte de vivir


ARS VIVIENDI

Presentes sucesiones de difuntos

Quevedo

Pasa el tiempo y suspiro porque paso,
aunque yo quede en mí, que sabe y cuenta,
y no con el reloj, su marcha lenta
nunca es la mía bajo el cielo raso.

Calculo, sé, suspiro no soy caso
de excepción y a esta altura, los setenta,
mi afán del día no se desalienta,
a pesar de ser frágil lo que amaso.

Ay, Dios mío, me sé mortal de veras.
Pero mortalidad no es el instante
que al fin me privará de mi corriente.

Estas horas no son las postrimeras,
y mientras haya vida por delante,
serás mis sucesiones de viviente.

Jorge Guillén


Ars Vivendi, de Jorge guillén, es un poema del libro Clamor. Este libro se compone de tres volumenes, en Clamor se cuartea la creencia en la perfección del cosmos. Sin embargo, no es un libro angustioso o pesimista pues en él domina el deseo de vivir. Esta obra se compone de tres volúmenes Maremágnum (1957), cuyo núcleo central -«Luzbel desconcertado» y «La hermosa y los excéntricos»- presenta la falta de armonía; Que van a dar en el mar (1960), donde desarrolla la idea de la continuidad que proporciona la muerte, y A la altura de las circunstancias (1963), donde aparece la lucha por restablecer el equilibrio.


La estrofa que utiliza es el soneto. Hace referencia a Quevedo, con la frase "Presentes sucesionesde difuntos".


Pertenece a la tercera etapa de la Generacion del 27, cuando estos ya se habían separado trás la Guerra Civil.


El tema del poema es la esperanza de seguir viviendo y una reflexión sobre el paso del tiempo("Pasa el tiempo", "mi afán del día no se desalienta", "mientras haya vida por delante").


Todavía se conservan vestigios de la segunda etapa, de la tradición literaria : el título está en latín, la estrofa es un soneto y menciona a Francisco de Quevedo .

sábado, 9 de febrero de 2008

Poemas a la muerte



Sólo la muerte



Hay cementerios solos,

tumbas llenas de huesos sin sonido,

el corazón pasando un túneloscuro,

oscuro, oscuro,como un naufragio hacia adentro nos morimos,

como ahogarnos en el corazón,

como irnos cayendo desde la piel del alma.

Hay cadáveres,

hay pies de pegajosa losa fría,

hay la muerte en los huesos,

como un sonido puro,

como un ladrido de perro,

saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,

creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,

ataúdes a vela

zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,

con panaderos blancos como ángeles,

con niñas pensativas casadas con notarios,

ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,

el río morado,

hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,

hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte

como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,

llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,

llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan

y su vestido suena, callado como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,

pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,

de violetas acostumbradas a la tierra,

porque la cara de la muerte es verde,

y la mirada de la muerte es verde,

con la aguda humedad de una hoja de violeta

y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,

lame el suelo buscando difuntos;

la muerte está en la escoba,

en la lengua de la muerte buscando muertos,

es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:

en los colchones lentos, en las frazadas negras

vive tendida, y de repente sopla:

sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,

y hay camas navegando a un puerto

en donde está esperando, vestida de almirante.

Pablo Neruda


La muerte se lleva a gente sin mirar el bien o el mal hecho. nos lleva a su mundo, o a un lugar incierto y para todos, todo se vuelve negro.